En el año 1981, los U2 estaban embarcados en su gira “Boy”, promocionando su álbum debut. Después de un concierto, en mayo, el promotor de conciertos Chuck Morris llevó a la banda en 1983 al Red Rocks Amphitheatre, un anfiteatro natural ubicado entre los acantilados de arenisca, en las Montañas Rocosas, y fue allí donde el manager de U2, Paul McGuinness, decidió que los irlandeses tenían que tocar en ese lugar, dar un show legendario y dejarlo registrado en un directo. Las circunstancias y negociaciones se dieron. Toda Denver fue empapelada con afiches de fondo blanco y foto de los U2 bajo el título “Red Rocks Summer of All Stars”.
El mal tiempo del día del show amenazó con cancelarlo todo. Los fans tuvieron que caminar a través de las montañas, bajo la lluvia, pero el concepto era que había que ir preparado para un momento épico en la historia del rock.